El cuerpo humano puede soportar tanto la sed como el hambre, pero no tolera la falta de sueño, si dormimos poco o mal, nos arriesgamos a tener problemas que van más allá del simple cansancio y que pueden afectar a aspectos tan importantes como el rendimiento laboral.
En muchas ocasiones solemos robarle a la almohada horas para hacer otras cosas y como consecuencia, aparecen síntomas de somnolencia diurna, disminución de la atención y de la memoria, e incluso, depresión.
Por eso, es fundamental acudir a un especialista en trastornos del sueño tan pronto como se empiecen a presentar estos síntomas. Y recuerda cumplir con las horas de sueño necesarias para poder estar al 100 en tu día a día.